Algunas tienen diseños tan limpios y minimalistas que parecen un producto de “Apple”, otras se asemejan a una casita de muñecas. Son las microcasas, minicasas, casas nómadas, o minimódulos, una nueva tendencia que está ganando adeptos en los países del norte y centro de Europa, y también está llegando al sur del continente. Si bien es cierto que para la mayoría de los clientes europeos es en la actualidad una opción para disponer de una segunda vivienda, un estudio de trabajo, o un apartamento para las vacaciones, podría convertirse en el futuro en una alternativa para vivir en las grandes ciudades e influir en la planificación urbanística. Esto es lo que sugiere un nuevo estudio de la empresa Catella, especialista en asesoramiento en corporate finance, presente en 12 países, entre ellos España.
Se trata de una nueva filosofía de vida basado en el concepto“menos es más” , que se inició primero en Japón y después en los Estados Unidos, antes de saltar a Europa. Empezó a coger fuerza como una solución económica debido a la crisis y se ha convertido en una tendencia con argumentación -casi metafísica para algunos-, en la búsqueda de lo esencial y de pasar por la vida con lo imprescindible, ligero de equipaje y sin ataduras. Un terreno rústico, un solar abandonado y hasta un parking pueden servir para instalarlas.
Los primeros desarrollos de particulares han dado paso a la creatividad de los arquitectos y hay resultados realmente sorprendentes. Las construcciones se basan en la sostenibilidad y la independencia energética para que una o dos personas vivan cómodamente. Según Catella, existen ya unas 80 empresas en Europa que ofrecen este tipo de construcciones. En muchos países del mundo han existido siempre diversos tipos de microhabitats. Son viviendas funcionales que ofrecen a sus habitantes un refugio ante las inclemencias del tiempo, el lugar para dormir, comer y descansar, mientras que el resto de la vida se realiza en el exterior. Esta antigua percepción está renaciendo ahora como una forma de poder vivir en las grandes ciudades de manera independiente. Las nuevas generaciones se sienten atraídas por las posibilidades de trabajo y por la vida social y cultural que ofrecen. Diversos investigadores demográficos han llegado a la conclusión de que en 2050 dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades. Sin embargo, ser uno de los habitantes de una de estas urbes es y será para la gran mayoría una carrera de obstáculos debido a los alquileres altos y a la escasez de espacio.
En este entorno, las microcasas podrían convertirse en una opción viable para muchas personas. Entre los estilos, diseños y usos hay una enorme variedad. La mayoría de los modelos están pensados para ser construidos en tierra firme aunque existen desarrollos encima del agua, en árboles y hasta colgadas en la ladera de una montaña en Perú (Skylodge Adventure Suites), dónde los inquilinos disfrutan sobre el abismo de una suite de cristal con baño. Los modelos móviles, que pueden ser transportados fácilmente con un remolque de un lugar a otro, concuerdan sobre todo con el estilo de vida de las generaciones más jóvenes, marcados por la flexibilidad y el “siempre de paso”. Según las investigaciones de Catella, esta categoría forma el grupo que pasa el mayor tiempo fuera de casa y considera la ciudad el espacio prolongado de su vivienda.
También hay otras tendencias que podrían influir fuertemente en la expansión de estos hábitats en el futuro próximo en entornos urbanos. Así, las estadísticas de varios países europeos muestran un continuo crecimiento de los hogares en los que viven solamente una o dos personas. En otras palabras, aunque la población decrece aumenta la demanda de viviendas. También para estudiantes y trabajadores temporales las microcasas podrían ser una posibilidad de vivir céntricamente. La facilidad de transporte que ofrecen los modelos de “quita y pon” hasta podrían servir para utilizar los solares vacíos de las ciudades para instalarlas de forma temporal. Se aconseja consultar los permisos administrativos, ya que no están claramente regulados y cada país tiene sus propias leyes y permisos para su instalación. En este sentido, el informe de Catella menciona que en Austria este tipo de viviendas se han incluido en el Código de Edificación mientras en Alemania, donde hay predilección por las microcasas sobre ruedas, ya basta con estar aparcadas encima de un remolque para evitar problemas con las autoridades de planificación urbanística local.
Por otra parte, se ha observado un comportamiento diferente entre las nuevas generaciones con respecto a la propiedad. Ahora se “comparten” o se “intercambian” viviendas y coches, como demuestran plataformas de éxito como Airbnb o Blablacar. Se está promoviendo un estilo de vida más flexible, que permite al individuo adaptarse con facilidad a los cambios de vida y tomar decisiones sin estar condicionado por una propiedad cara e inmóvil.
En cuanto al equipamiento de estas viviendas no tienen nada que envidiar a las casas grandes. Disponer de menos metros cuadrados no debe suponer una pérdida de confort. Las últimas tecnologías y los materiales sostenibles para ahorrar energía, unidos a una elaborada distribución de los pocos m2 de que se dispongan, hacen el minihogar acogedor. Pero también en este segmento las nuevas generaciones reducen las necesidades a lo esencial. Todo lo que se puede externalizar, como el lavado de la ropa, el lugar de trabajo o la comida se hace en otras instalaciones como cafeterías, bibliotecas, o parques, entre otras muchas opciones.
En el mercado ya hay casas a partir de 7 m2, aunque el informe de Catella destaca que el 58% de las microcasas europeas tiene un tamaño de entre los 25 y 60m2. Existen versiones básicas y diseños lujosos y en consecuencia varían los precios empezando por 25.000 Euros hasta 350.000 Euros.
El material predilecto para su construcción es la madera (35%), seguido por el entramado ligero tipo globo (balloon frame) con un 20%. A continuación vendrían la piedra, con un 18%, el plástico con un 11%, los fardos de paja con un 9% y otros tipos un 7%.
El informe destaca las ventajas de la estructura compacta que aísla perfectamente la vivienda del exterior y permite satisfacer cualquier necesidad energética con energía solar fotovoltaica y térmica, bombas de calor, sistemas de ventilación etc. , sin tener que recurrir a los combustibles fósiles.
Entre los pros que cita el estudio de Catella, se mencionan además de la minimalista filosofía de vida, argumentos más terrenales como la posibilidad de vivir cerca de los centros urbanos, el uso más económico de los recursos, la facilidad de financiación, el escaso mantenimiento y la gran flexibilidad que ofrece. Entre las desventajas se citan entre otros puntos, el espacio reducido, la dificultad de almacenar, la menor privacidad, la dificultad de reunir varias personas en casa o los costes adicionales para encontrar mobiliario adaptado. Aunque el informe considera que en la actualidad las microcasas aún no juegan un papel muy relevante en el mercado de la vivienda, si podrían ser una alternativa importante en el futuro en Europa.
(foto 1: Ecocapsule foto2:Casa Transportable ÁPH80 del estudio de arquitectura español ABATON)
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