El hormigón es el material más utilizado en la construcción por estar ampliamente disponible, ser económico, resistente y fácil de trabajar. Si hablamos del sector de la construcción industrializada, la cuota de mercado ocupada por este material está entre el 38% y el 40%, en términos muy similares al acero y significativamente por delante de otros productos como la madera.
Esto se debe, principalmente, a las características del propio material, especialmente a su durabilidad, que permite alargar la vida útil del inmueble con un mínimo mantenimiento a lo largo de los años. De esta manera, se contribuye a la sostenibilidad del proyecto a lo largo de los años, al evitarse intervenciones o el uso de material adicional para su reparación.
Y la tendencia es que se mantenga así en el medio plazo. El hormigón es el producto más empleado en construcción industrializada, donde se emplea fundamentalmente en la construcción de paneles de fachadas y forjados –aunque también se están desarrollando otros elementos, como escaleras, etc–. Es un material muy fiable, que aporta especial resistencia tanto al paso del tiempo como a los elementos externos, y su mantenimiento es mínimo.
Sin embargo, también tiene sus inconvenientes. El cemento contenido en el hormigón consume muchos recursos y energía durante su proceso de producción y emite grandes cantidades de CO2 –es el responsable del 7% de las emisiones globales–. Al menos por ahora...
La industria está trabajando en varias direcciones para reducir la huella ambiental de este material. Por un lado, se está abordando todo el proceso de recuperación y valorización de residuos para su posterior reciclaje.
Por otro lado, se está trabajando para reducir el uso de cemento en su fabricación mediante el empleo de aditivos, un mayor porcentaje de producto reciclado, y la aplicación de tecnologías de última generación, que permiten el uso de mayores porcentajes de material reciclado a partir de residuos de hormigón, construcción y demolición. También se está apoyando la mejora de los procesos y los métodos de construcción alternativos como la industrialización. En definitiva, se trata de minimizar el impacto a lo largo de toda la vida del producto, desde su fabricación (carbono embebido) hasta su aplicación y posterior vida útil (carbono operativo).
En el caso de Sika, la compañía ha mostrado un gran compromiso con el medio ambiente y ha desarrollado un plan estratégico, plasmado en El Libro Blanco del Hormigón, para apoyar la industria de la construcción a lo largo de toda la cadena de valor, con soluciones y productos que permiten a sus clientes aprender sobre sostenibilidad dentro del mercado. De esta manera, se han identificado las cuatro palancas de la sostenibilidad, a través de las cuales se plantea la transformación de esta solución constructiva:
Los superplastificantes son aditivos que han demostrado su eficacia, ya que tan solo aplicando una mínima cantidad se logra mejorar la trabajabilidad, la resistencia y la durabilidad del hormigón. Su empleo permite ahorrar hasta 100 millones de toneladas de cemento al año, lo que implica unos 65 millones de toneladas de CO2 menos por año. De esta manera se logran cementos con baja huella de carbono y se optimiza el volumen de pasta.
Las tecnologías de emisiones negativas son aquellas que retiran CO2 de la atmósfera, llegando a ser una herramienta fundamental en la lucha contra el cambio climático y para lograr los objetivos de descarbonización. El proyecto ReCO2ver de Sika no solo aborda la recuperación los áridos del hormigón reciclado y la valorización de otros componentes, incluye una patente con la que se consigue la carbonatación de estos materiales.
El agua se está convirtiendo en un recurso tan valioso como escaso, también en construcción. Para la elaboración del hormigón es necesaria una elevada cantidad de este elemento, por eso la industria está trabajando en alternativas que supongan un uso más responsable y eficiente, como el empleo de agua reciclada para confeccionar distintos hormigones y el uso de aditivos superplastificantes.
En la misma dirección, encontramos proyectos como VALREC de la Comunidad de Madrid –en el que Sika ha participado–, que buscaba la revalorización e incorporación de los residuos de construcción y demolición (RCD) en nuevos productos para la construcción (cementos, morteros, hormigones). De esta manera, se reduce la necesidad de materia prima para su fabricación, ahorrando recursos y energía.
Por último, hay que mencionar el empleo de tecnologías de última generación, que permiten optimizar el rendimiento y la sostenibilidad dentro del proceso de fabricación del hormigón.
La industria del hormigón se enfrenta a desafíos importantes, como son la reducción del carbono, la eficiencia de recursos y el aumento de la productividad. Desafíos que en Sika nos hemos comprometido a afrontar con soluciones reales.
La implantación de este tipo de estrategias en la fabricación del hormigón, contribuirán al desarrollo de soluciones sostenibles, que al aplicarse en construcción industrializada mejorarán el impacto ambiental del edificio, avanzando en el objetivo de descarbonización del parque edificado.
Nombre | Vanesa Álvarez |
---|---|
Empresa | SIKA |
Cargo | KAM Modular Building |
Biografía | |
Política de privacidad | Cookies | Aviso legal | Información adicional| miembros de CEDRO