Nombre | Sebastián Molinero - ANDIMAC |
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Empresa | ANDIMAC, Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción |
Cargo | Secretario General |
Biografía | |
Balance de 2024 y previsiones para 2005
Balance 2024
Con permiso del trágico episodio de Valencia y de la reconstrucción de las zonas afectadas por la DANA que ya está teniendo lugar, el balance de 2024 concluye para la actividad constructora manteniendo los principales desafíos para 2025: la escasez de oferta inmobiliaria, la falta de mano de obra cualificada y la necesidad de instalar una cultura de la rehabilitación que ponga en el centro el principal ahorro de las familias españolas: la vivienda. Y como telón de fondo y gran vector de transformación del sector tal y como lo entendemos, la sostenibilidad y sus consecuencias prácticas a nivel de seguridad jurídica, reputación y credibilidad, y potencialidad comercial.
El déficit de vivienda es un hecho. El Banco de España cifra en 600.000 unidades el número de viviendas que hacen falta en España y el Gobierno ha anunciado la creación de una empresa pública para tomar las riendas de la construcción de alquileres sociales.
Hay necesidad imperiosa de aumentar la oferta. En este sentido, nuestra asociación ya indicó que entre enero de 2021 y enero de 2024 la evolución de los hogares en España creció en 805.256 unidades; mientras que la vivienda iniciada fue de 403.230 unidades. Una diferencia de 402.026 unidades que ayuda a entender por qué la vivienda responde en primer lugar a un problema de oferta, al que se debería hacer frente ya sea mediante un impulso a la obra nueva o a través de una decidida apuesta por la reforma y rehabilitación, para lo que hoy en día hay más dinero que nunca gracias a las partidas presupuestarias asignadas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
No es baladí: Andimac duda de que este año puedan llegar a reformarse 1,8 millones de viviendas, un 4,4% más que en 2023, como consecuencia fundamentalmente de la deficitaria política de rehabilitación y de la alarmante falta de trabajadores. Recordemos que durante esta década más 4,5 millones de viviendas cumplirán 50 años.
Previsiones 2025
Son edades desafiantes que necesitamos abordar con una cultura de la rehabilitación urgente. Una cultura que también debe contribuir a concienciar a la sociedad de que cuando se plantea una intervención en una vivienda, más que como un gasto familiar, debe plantearse como una inversión con un retorno inmediato en términos de ahorro energético, que además sirve para revalorizar el inmueble. Si esta cultura la reforzamos con la ayuda de los fondos europeos, decididamente la reforma y la rehabilitación pueden convertirse en el motor de crecimiento del sector de la construcción.
¿Cómo crear esa cultura? Diseñando realmente un marco de rehabilitación confiable, fácil de entender y de implementar por parte de los usuarios finales. Y esto requiere mejorar la operativa de las subvenciones, pero sobretodo crear una fiscalidad incentivadora a todos los niveles y diseñar préstamos de rehabilitación adaptados a un mercado muy complejo, pero con una certeza: rehabilitar es dotar al edificio de un enriquecimiento en términos de seguridad, confort y valor para otros 50 o 70 años. Y esto es una garantía económica clave. Y sobre todo, generar cultura. Y ésta se genera con divulgación, y con cumplimiento normativo. Me refiero al cumplimiento exquisito por parte de los municipios de la obligación de vigilancia del parque edificado a través del impulso de las ITE y las IEE.
Por otro lado, hay más retos inquietantes a la par que estimulantes. La falta de mano de obra cualificada es un cuello de botella que podría estrangular el potencial de crecimiento del sector. Para paliar la falta de trabajadores, todos los agentes que conformamos el sector de la construcción deberíamos trabajar conjuntamente para prestigiar la imagen y ser más atractivos, lo que sin duda también pasa por impulsar un nuevo modelo de formación y cualificación.
Terminamos con Valencia. Necesitamos dar ahora todo cuanto está en nuestro mano para ayudar a las zonas arrasadas, a quienes han perdido todo. Necesitamos un enorme ejercicio común de responsabilidad, colaboración y agilidad por parte de las administraciones locales, autonómicas y nacionales. Será necesario implementar un plan de reconstrucción que ayude a devolver la normalidad a estos municipios y, no menos importante, que evite que el tejido laboral y empresarial que los dinamiza se pierda para siempre.
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