La arquitectura saludable no solo se define por sus elementos físicos, sino por cómo la innovación puede transformar la manera en que se diseñan y gestionan los espacios.
En este sentido, Silvia Fernández, Directora Técnica del Cluster Hábitat Eficiente, destacó la relevancia de la innovación colaborativa durante su intervención en el I Congreso de Arquitectura Saludable. En sus palabras, “innovación no se limita a lo tecnológico o digital, sino que puede ser cualquier cambio que aporte valor, ya sea social, ambiental o en la generación de nuevo conocimiento”.
Este enfoque amplio de la innovación es fundamental para mejorar la eficiencia y la competitividad en el sector de la construcción y el hábitat, algo que el Cluster Hábitat Eficiente, que agrupa a más de 150 agentes entre empresas, centros tecnológicos y de conocimiento, busca constantemente a través de la colaboración. Como señala Fernández, «trabajamos para conectar a todos los actores y facilitar la transferencia de conocimiento entre la academia, las empresas y la administración».
Silvia expuso tres líneas clave de innovación que pueden aplicarse en el desarrollo de la arquitectura saludable:
La aplicación de la biofilia y la mejora en la iluminación natural han demostrado ser beneficiosas tanto para la salud como para la productividad. Fernández mencionó que en algunos casos, “la productividad ha aumentado hasta un 63% en oficinas que integran estos elementos naturales, con un retorno de inversión en aproximadamente dos años”.
Además, destacó la importancia de sistemas de calidad del aire interior como parte de los proyectos de monitorización ambiental. «A través de la monitorización, podemos optimizar las condiciones de ventilación y mejorar el confort de los usuarios«, explicó.
Otro de los ejemplos interesantes fue la renaturalización de polígonos industriales, una intervención orientada a mejorar tanto la salud como la sostenibilidad de zonas urbanas que han quedado obsoletas o requieren actualización. «Estos espacios, que a menudo están en el centro de núcleos urbanos, son perfectos para aplicar soluciones innovadoras de salud y sostenibilidad», afirmó.
Uno de los proyectos más destacados que mencionó Fernández fue el desarrollo de un modelo asistencial en áreas rurales. Este modelo, basado en el uso de tecnologías de sensorización y atención remota, ha permitido monitorizar y cuidar a personas vulnerables en zonas rurales. «El uso de sensores en las viviendas, como los que controlan si las puertas están abiertas o cerradas, nos permitió inferir si las personas estaban bien o si era necesario intervenir», explicó. Además, este sistema combinaba dispositivos como tabletas y relojes para realizar un seguimiento del bienestar y confort de los usuarios.
La Directora Técnica del Cluster Hábitat Eficiente subrayó que, aunque estas tecnologías no sustituyen la atención humana, son una herramienta clave para complementar la asistencia en áreas de difícil acceso. “El sistema no reemplaza al cuidador, pero permite a los trabajadores sociales tener un control más cercano de los usuarios y actuar en caso de cualquier anomalía”.
Para Silvia Fernández, la clave está en que la innovación no solo implica avances técnicos, sino también mejoras en los procesos y en la forma en que los diferentes actores del sector colaboran y se coordinan. «La innovación tiene que ver con los procesos, las relaciones y las maneras en que trabajamos juntos», concluyó.
Este enfoque multidisciplinar y colaborativo es lo que impulsa la evolución de la arquitectura hacia soluciones más saludables y sostenibles. Como destacó Fernández, «la oportunidad está abierta para todos, desde técnicos hasta la ciudadanía, quienes también deben demandar estas soluciones para hacer posible el cambio».
Y ADEMÁS
Política de privacidad | Cookies | Aviso legal | Información adicional| miembros de CEDRO